estímulos supernormales

Estímulos supernormales: nos vuelven locos

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Decimos que somos libres cuando podemos hacer aquello que queremos. Pero en realidad, si lo piensas detenidamente, no tenemos apenas capacidad para decidir qué es lo que queremos.

Para la gran mayoría de acciones que disfrutamos realizando, simplemente decimos que «nos gusta» hacerlas y ello nos parece justificación más que suficiente para seguir realizándolas. De manera idéntica, pero al contrario, tendemos a evitar todo aquello que «no nos gusta». Incluso aunque a veces, sepamos que lo que estamos haciendo, no es lo mejor para nosotros.

Pero, ¿por qué nos gusta o nos deja de gustar algo? ¿Te lo has preguntado alguna vez?

Lo queramos admitir o no, estamos programados para realizar determinados comportamientos. A lo largo de la evolución de nuestra especie, hemos ido desarrollando respuestas, prácticamente irresistibles, ante diferentes estímulos. Originalmente con dos objetivos principales: la supervivencia y la reproducción.

Para ello, nuestro cuerpo cuenta con dos mecanismos: el placer y la incomodidad o dolor. Así, nos recompensa con sensaciones placenteras cuando hacemos algo que, en principio, nos va a permitir sobrevivir o bien reproducirnos: Comer, dormir, hacer el amor… y nos castiga cuando no lo hacemos lo suficiente haciéndonos sentir hambre, sueño, cansancio, miedo, deseo, ansiedad…

Además, cuenta con mecanismos de control que producen sensaciones de saciedad o hartazgo, para evitarnos problemas por exceso.

Todo este juego preprogramado de estímulos y respuestas son imprescindibles para mantenernos con vida y perpetuar la especie pero, como sucede con la programación de nuestros ordenadores, también puede ser «hackeado».

Dado que todo el sistema se basa en un complejo entramado de sustancias bioquímicas que actúan sobre nuestro cerebro, la forma más evidente de hackeo son las drogas. Éstas provocan sus efectos por muy diversas vías pero, en todos los casos, sustituyen, emulan o juegan con el bloqueo-desbloqueo de sustancias químicas naturalmente presentes en nuestro organismo y que desempeñan un papel principal en el sistema que acabamos de ver.

Así es como son capaces de mitigar el dolor, eliminar el hambre o potenciar sensaciones placenteras… a costa, en muchas ocasiones, de romper el equilibrio natural o eliminar los mencionados mecanismos de control, con consecuencias que pueden resultar potencialmente desastrosas.

Pero existe otra forma de hackear el sistema que rige buena parte de nuestros comportamientos, menos evidente y mucho más sútil. Se trata de los estímulos supernormales.

¿Qué son los estímulos supernormales?

El primero en describirlos y ponerles nombre fue el etólogo y premio Nobel de Fisiologia o Medicina, Niko Tinbergen. Su descubrimiento partió de sus observaciones y experimentos realizados con diferentes animales.

Así, por ejemplo, estudió a los peces espinosos, cuyos machos tienen el vientre de color rojo y se atacan entre ellos para defender sus respectivos territorios. Utilizando peces falsos de madera construidos por él y sus alumnos, comprobó como aquellos con el abdomen pintado de un rojo más intenso, más aún que el rojo natural, eran atacados con mayor intesidad. Incluso obviando la presencia de otros peces reales, ante los cuales la rivalidad quedaba atenuada por el nuevo y falso competidor de un rojo mucho más vivo y brillante.

Estos mismos peces tienden a acercarse a las hembras con el vientre abombado (indicativo de ir cargado de huevos) e igualmente pudieron comprobar como, al utilizar señuelos de madera con un vientre marcadamente más abombado que lo natural, los machos las preferían a las hembras reales.

Así, denominó a estos estímulos visuales, estímulos supernormales. Capaces, no ya de desencadenar una respuesta estereotipada, sino de exagerarla hasta el punto de ignorar el estímulo normal.

Pero esto no fue más que el principio. Pudieron comprobar una y otra vez como animales muy diferentes actuaban de manera similar ante los estímulos supernormales adecuados. Así por ejemplo, pintaron huevos falsos de un azul más intenso que el natural para observar como las hembras de los gansos preferían incubarlos antes que a los suyos propios, de un tono azul más apagado.

Podemos definir estímulo supernormal como cualquier estímulo que desencadena una respuesta más fuerte que ante el estímulo natural para el cual evolucionó esa respuesta.

Lo más interesante es que los estímulos supernormales también nos afectan a nosotros.

Estímulos supernormales en la alimentación

En la alimentación, por ejemplo, hemos evolucionado para desear y sentir placer ante los sabores dulces. Esto es debido a que en la naturaleza, el sabor dulce se encuentra sobre todo en las frutas maduras, ricas en vitaminas y energía de rápida absorción en forma de azúcares, que había que aprovechar cuando se encontraban.

Pero ahora hemos sido capaces de extraer el azúcar de la remolacha o la caña para fabricar con ella todo tipo de alimentos de sabor supernormalmente dulce: caramelos, bollería, chocolates, mermeladas… los cuales solemos preferir a la fruta madura, pese a carecer de sus cualidades nutricionales.

Algo parecido sucede con la grasa y la sal. Sustancias que había que aprovechar cuando estaban disponibles, a lo largo de nuestra historia evolutiva, porque eran escasas y valiosas, que ahora consumimos en exceso porque nos encantan y a las que no podemos resistirnos al hacer mucho más sabroso cualquier plato pese a estar sobrado de ellas.

Qué son los estímulos supernormales

En el ámbito sexual podríamos seguir hablando del pintalabios, los pechos de silicona, los tacones altos que alargan las piernas, signo inequívoco de madurez sexual…

Y si de instinto de protección se trata, los peluches con sus grandes cabezas, enormes ojos brillantes y redondos, y su textura suave y mullida exageran los de un bebé o un cachorro para resultarnos taaaaan moooonos 🙂

Y tú, ¿has detectado ya algún estimulo supernormal al que no te puedas resisitir? Cuéntanoslo en el hilo de comentarios o en las redes sociales, seguro que a nosotros también nos encanta.

Imágenes de Shutterstock: Peluches y Donuts

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