Si dejas crecer los males pensarás que son normales

Si dejas crecer los males, pensarás que son normales

Comparte si te ha gustado

¿Cuántas veces has sentido que algo no iba bien, pero lo has dejado pasar? Tal vez haya sido una molestia física, un problema en una relación o incluso un pensamiento recurrente que te pesaba demasiado. Lo entendemos: en el día a día, con tantas responsabilidades encima, es fácil decirnos que lo que nos incomoda “no es tan grave” o que ya pasará. Pero, ¿y si te dijera que ese pequeño mal que ignoraste tiene el potencial de hacerse grande, tan grande que un día lo normalices? Si dejas crecer los males, pensarás que son normales.

En esta entrada quiero reflexionar sobre esto. Porque cuando dejas crecer los males, llega un momento en que te acostumbras a ellos. Se instalan en tu vida y, sin darte cuenta, empiezas a tratarlos como si fueran parte de tu rutina. Y lo peor: dejas de buscar soluciones porque te convences de que no las hay.

Los males, grandes o pequeños, siempre empiezan por algo

Imagina una planta creciendo en tu jardín. Si es bonita y la cuidas, pronto tendrás flores o frutos. Pero, ¿qué pasa si la planta es una mala hierba y la dejas estar? Al principio, parece inofensiva. Incluso podrías ignorarla durante semanas. Pero, sin darte cuenta, empieza a expandirse, a ahogar las plantas buenas y a apoderarse del espacio.

Eso mismo pasa con los males en nuestra vida. Un dolor de espalda que toleras día tras día puede convertirse en algo crónico. Una discusión no resuelta con alguien que quieres puede convertirse en un muro entre ambas/os. Y esos pensamientos negativos que minimizas, como “no soy suficiente” o “todo me sale mal”, pueden convertirse en creencias que afecten todo lo que haces.

Lectura recomendada: Cómo afecta la negatividad a la salud y al bienestar

Normalizar lo que no deberíamos

¿Te has encontrado alguna vez diciendo frases como “es que siempre estoy cansada/o” o “esto es lo que me ha tocado en la vida”? Yo lo he escuchado en innumerables ocasiones. Y me he dado cuenta de que, cuando repetimos estas ideas, estamos justificando la incomodidad, convenciéndonos de que no podemos cambiarla.

Esto no quiere decir que debamos vivir una lucha constante contra todo lo que nos molesta. Hay cosas que no podemos controlar. Pero hay otras, muchas, que sí. Es aquí donde entra la magia de detenernos, observar y actuar antes de que algo pequeño se vuelva inmenso.

Escuchar las señales

Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones son como un sistema de alerta temprana. Cuando algo no está bien, nos lo dicen. Tal vez no con palabras, pero sí con señales.

  • Tu cuerpo: Un dolor que no se va, un cansancio extremo, un cambio en tu piel o en tu energía son formas de pedirte atención.
  • Tu mente: Pensamientos que se repiten y te desgastan son como luces rojas en el tablero.
  • Tus emociones: Si sientes irritabilidad, tristeza o desconexión sin razón aparente, probablemente haya algo que necesitas abordar.

El problema es que muchas veces ignoramos estas señales. Pensamos que no tenemos tiempo, que no es tan importante o que somos demasiado fuertes para preocuparnos por ello.

Tomar medidas no es ser débil, es ser sabia/o

Aceptar que necesitas actuar no significa que no seas capaz de aguantar. Al contrario, demuestra que te valoras lo suficiente como para querer estar mejor.

Pensar que un mal pequeño no importa porque “puedes con todo” es engañarte.

Lo he vivido, y quizás tú también. Ese momento en el que te dices: “Si hubiera hecho algo antes, esto no hubiera llegado tan lejos”. Tal vez fue un problema de salud, una relación que se rompió, una oportunidad perdida. Pero aquí no estamos para culparnos, sino para aprender.

¿Cómo empezar a cuidar los males antes de que crezcan?

La clave está en pequeños pasos, en hacer de la prevención y el autocuidado una prioridad. Aquí te dejo algunas ideas:

Reconoce lo que sientes

No ignores tus emociones ni minimices tus molestias. Si algo no se siente bien, dale espacio. Pregúntate: “¿Qué está pasando? ¿Por qué siento esto?”.

Busca ayuda si la necesitas

No tienes que enfrentar todo sola/o. Compartir lo que te preocupa puede marcar la diferencia tanto si es con un/a médico, terapeuta, amistad o familiar. Lo importante es hacerlo.

Haz de tu bienestar una prioridad diaria

Esto no significa que tengas que hacer grandes cambios de la noche a la mañana. Basta con pequeños gestos: caminar un poco más, desconectarte del teléfono durante un rato, escribir cómo te sientes… Si tú tienes otras ideas o estrategias, puedes compartirlas en un comentario.

No te conformes con lo que no te hace bien

Esto es lo más difícil, pero también lo más poderoso. Si algo en tu vida no te aporta felicidad o bienestar, merece tu atención. Puedes empezar por hacer una lista de las cosas que te incomodan y decidir cuál puedes mejorar o cambiar.

Rodéate de apoyo

Las personas de tu alrededor tienen un impacto enorme en cómo percibes y manejas los males. Rodéate de quienes te inspiran y te apoyan a ser mejor.

Un recordatorio final

Los males que dejas crecer no solo afectan tu cuerpo o tu mente, sino también a cómo vives tu vida.

Pueden hacer que pierdas momentos valiosos, que te alejes de lo que amas, que veas el mundo con menos color.

Pero también hay algo poderoso en todo esto: siempre estás a tiempo de cambiar. Siempre puedes elegir cuidarte, escucharte y tomar medidas.

Recuerda, tu bienestar no es negociable. Y no, no tienes que esperar a que algo duela demasiado para darte cuenta de que merece tu atención.

Hoy es un buen día para observar lo que está creciendo en tu vida, decidir qué quieres nutrir y qué necesitas arrancar de raíz. Hazlo por ti, porque te mereces una vida que se sienta bien, no una que simplemente toleres.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir arriba
Resumen de privacidad
Alimenta tu bienestar

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Cookies estrictamente necesarias

Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.