Hay una frase que seguro has escuchado alguna vez: “Dormir es para los débiles”. Esas palabras pueden sonar como una especie de mantra de productividad, pero la realidad es que el sueño no es un lujo, es una necesidad básica. Si alguna vez te has sentido irritada/o o emocionalmente desbordada/o tras una mala noche, no estás sola/o. Lo que quizá no sepas es cuánto puede influir dormir poco en cómo te sientes, piensas y actúas. En esta entada, vamos a hablar de eso.
Cuando el sueño no alcanza
No dormir suficiente no es algo raro
En un mundo que parece premiar a quienes siempre están ocupadas/os, dormir lo justo y necesario puede parecer un lujo inalcanzable. Y sí, tal vez una o dos noches de mal sueño no sean el fin del mundo, pero ¿y si esto se vuelve una costumbre? Ahí empiezan los problemas.
El sueño tiene un papel clave en el equilibrio de tus emociones. Es como una especie de taller nocturno para tu cerebro, donde se reparan los daños del día, se procesan las emociones y se organizan los recuerdos. Cuando no le das tiempo suficiente para hacer su trabajo, ese equilibrio empieza a tambalearse.
La relación entre el sueño y tus emociones
Si alguna vez has llorado con un anuncio o has sentido que cualquier comentario inocente te irrita más de lo habitual, es posible que la culpa sea de una noche en vela. La falta de sueño afecta directamente a una parte del cerebro llamada la amígdala, que es como el centro de control de tus emociones. Cuando no duermes lo suficiente, la amígdala se vuelve más reactiva. Eso significa que las pequeñas cosas pueden sentirse como grandes dramas.
Por otro lado, la falta de sueño también afecta la corteza prefrontal, que es la encargada de ayudarte a razonar y tomar decisiones. Es como si el cerebro emocional se quedara sin freno de mano. Esto puede traducirse en reacciones exageradas, dificultades para manejar el estrés o una sensación de desbordamiento constante.

Cómo el sueño insuficiente impacta en la vida diaria
Quizá te preguntas: “¿Y todo esto qué significa para mí?” Bueno, significa que dormir poco puede influir en cómo te relacionas con las personas que más quieres. Tal vez te encuentres perdiendo la paciencia con tus hijas/os, pareja o colegas de trabajo. O quizá te cueste disfrutar de cosas que normalmente te harían feliz.
También puede afectar la forma en que te ves a ti misma/o. La falta de sueño puede aumentar los pensamientos negativos y la autocrítica, llevándote a un círculo vicioso en el que es difícil sentirte bien.
Las emociones no son las únicas afectadas
Hablemos un momento de lo que ocurre con tu cuerpo. Porque el sueño no solo impacta en lo que sientes, sino también en cómo funciona tu organismo.
La falta de descanso puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que a su vez puede afectar tu sistema inmunológico, tu corazón e incluso tu peso.
¿Te suena la idea de comer más cuando estás cansado o cansada? Eso tiene una explicación biológica. La falta de sueño desequilibra las hormonas que regulan el hambre, haciéndote desear más alimentos ricos en azúcar o grasas.
Lectura recomendada: ¿Se puede dormir mejor cuidando la alimentación?
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Si te has identificado con algo de lo que hemos hablado, no te preocupes. Lo bueno de todo esto es que el sueño es algo que, con algo de esfuerzo, puedes mejorar. Aquí van algunas ideas:
- Crea una rutina de sueño: Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. Eso ayuda a tu cuerpo a entrar en un ritmo.
- Desconecta antes de dormir: La luz azul de los dispositivos puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que te ayuda a dormir. Intenta apagar las pantallas al menos 30 minutos antes de acostarte.
- Cuida tu entorno: Un espacio oscuro, silencioso y cómodo puede hacer maravillas por tu descanso.
- Evita estimulantes: La cafeína y el alcohol pueden alterar tu sueño, así que trata de consumirlos con moderación y no demasiado tarde.
- Escucha a tu cuerpo: Si tienes sueño, déjate descansar. No se trata de pereza, se trata de salud.

Una invitación a priorizar el descanso
Quiero que pienses en esto como un recordatorio amable, no como una lista de cosas por hacer. Priorizar el descanso no es egoísmo; es una forma de cuidarte y de poder dar lo mejor de ti a quienes te rodean.
A veces, creemos que ser productivos es más importante que estar bien, pero ¿de qué sirve hacer mil cosas si no puedes disfrutarlas porque estás agotado o agotada? Ten en cuenta que estar ocupada/o no es lo mismo que ser productiva/o
La próxima vez que te sientas abrumada/o o emocionalmente fuera de lugar, pregúntate: “¿Cómo he dormido estos días?” Quizá descubrirás que lo que necesitas no es otra taza de café, sino un poco más de sueño reparador. Recuerda que, al final del día, cuidar tu descanso es cuidar de ti.
Así que hoy te invito a que te regales el lujo de dormir bien. Tú te lo mereces, y tus emociones también.



