Si eres de los que en esta época del año más que nunca, no te sientes a gusto con tu cuerpo, te interesa este artículo en el que aprenderás qué y cómo cambiando la manera de percibir la realidad y observando tu entorno podrás sentirte a gusto con tu cuerpo.
El verano se está acercando y cada vez estamos más rodeados de anuncios que nos recuerdan que la operación bikini está a la vuelta de la esquina. Recuerdo perfectamente cuando, hace ya muchos años, este momento del año se transformaba para mí en una verdadera pesadilla.
Era la época en la que tenía sobrepeso y nunca estaba a gusto con mi cuerpo. Cuando llegaba el mes de junio me decía a mí misma que aquél iba a ser el último año en que me sentiría tan mal.
«Mañana me pongo a dieta» era la típica frase que me acompañaba durante todo el año. Pero nada cambió hasta que no conseguí cambiar de paradigma.
Sólo cuando pasé de obsesionarme con mi cuerpo y con perder peso y empecé a ver el adelgazamiento como una consecuencia natural de un cambio de estilo de vida, entonces las cosas cambiaron de verdad.
Cambia la manera de percibir la realidad para sentirte a gusto con tu cuerpo
En el artículo de hoy quiero hablarte de esto: de lo importante que es cambiar de paradigma, es decir, cambiar la manera en la que percibimos la realidad, con relación a nuestro cuerpo, a ponernos en forma, a adelgazar, a volver a sentirnos a gusto con nuestro cuerpo, a cuidarnos de manera completa. ¿Cómo se hace?
Una manera muy divertida para aprender a hacerlo es empezar a actuar como si ya fuéramos las personas en la que nos queremos convertir. En este caso, una persona delgada, que se siente a gusto con su cuerpo, que no hace dietas para mantener su peso saludable, sino que ser así no es nada más que la consecuencia natural de quien ha aprendido a cuidarse de forma completa, tanto por dentro como por fuera.
Empieza a comportarte así. Hazlo preguntándote: ¿Cómo actuaría si ya tuviera mi peso ideal?
Para que te resulte más fácil contestar a esta pregunta, piensa en una persona que conoces y que crees que tiene todos los requisitos que estás buscando. Si no la conoces, invéntatela. Defínela hasta el último detalle. Dibújala si es necesario y descríbela escribiendo todas las características que te gustaría tener.
Cuando tengas clara la imagen de la persona que quieres ser, empieza a pensar como si ya lo fueras. Pregúntate:
¿Cómo empezarías el día si fueras ya así?
¿Qué tipo de comida comerías? ¿Cómo comerías, lenta o rápidamente?
¿Cómo harías para mantener un estilo de vida dinámico y hacer ejercicio?
¿Qué ropa llevarías? ¿Te arreglarías?
¿Cuál sería tu forma de andar por la calle?
¿Qué personas y qué lugares frecuentarías? ¿Qué harías en tu tiempo libre?
¿Cuáles serían tus pensamientos acerca de ti mismo?
A veces aprender a transformarnos en la versión de nosotros mismos que queremos ser es mucho más fácil de lo que parece. La vida nos pone delante cada día varias oportunidades para hacerlo.
Aprende de tu entorno los hábitos que te ayudarán a sentirte bien
La semana pasada estuve comiendo en un comedor universitario. Mientras estaba en la cola con mi bandeja, en la espera de que llegara mi turno para llenarla, empecé a fijarme en lo que las personas que estaban delante de mí pedían para sí mismas.
Fue entonces que me llamó mucho la atención descubrir qué alimentos llenaban las bandejas de dos chicas con sobrepeso que estaban un poco más adelante en la cola. Ambas acababan de elegir una comida grasa y pesada: pasta a la carbonara, que flotaba en un litro de nata, patatas fritas, costillas de cerdo, pan blanco y natillas de postre.
Justo antes de ellas, otra chica de la misma edad, delgada y de aspecto atlético, optó por un menú más ligero y rico de fibras: arroz con pollo y verduras, ensalada, pan integral y fruta.
Si las otras dos hubieran salido por un instante de su zona de confort y se hubiesen fijado en lo que hacía su compañera, habrían tenido la oportunidad de aprender a comer de forma diferente.
Y si todos los días hubiesen aprovechado de aquella oportunidad gratuita para aprender a comer de forma saludable, estoy segura de que, no solo habrían empezado a perder peso, sino también a cuidarse más en todos los sentidos.
Nuevos hábitos que te ayuden a sentirte a gusto con tu cuerpo
Cuando empezamos a cambiar los hábitos malos por hábitos saludables, poco a poco toda nuestra vida cambia.
Imagina vivir en una casa desordenada y sucia. Poco a poco te acostumbras a vivir en esas condiciones; hasta puedes orientarte en aquel desorden, ¿verdad?
Pero cuando empezamos a ordenar y a limpiar, descubrimos lo bonito y placentero que es disfrutar plenamente de nuestra casa, de nuestro hogar, y ya no somos capaces de volver a vivir en una casa desordenada y sucia.
Lo mismo nos pasa cuando empezamos a cuidarnos, a comer de forma saludable, a movernos y a elegir nuestros pensamientos.
Poco a poco, los inmensos beneficios que obtenemos, tanto a nivel físico como mental, hacen que no podamos volver nunca más a aquella situación inicial de descuido.
Ya no podemos tolerar comer mal ni tener una vida sedentaria porque, si lo hacemos, nos sentimos incómodos.
Así que aprovecha tu entorno: observa a las personas que son como tú quieres ser, reinvéntate y actúa como si ya tuvieras tu peso ideal y lo mantuvieras de una forma natural. Ello te ayudará sin duda también a sentirte a gusto con tu cuerpo.