Las enfermedades autoinmunes son un grupo de al menos 80 condiciones de salud que involucran un ataque inmunomediado a los propios tejidos del cuerpo. Se trata de una de las principales causas de muerte y discapacidad.
¿Qué es una enfermedad autoinmune?
En individuos sanos, el cuerpo es capaz de diferenciar entre “Yo” y “no yo”. Esta es una característica integral del sistema inmunológico, que le permite reconocer a los invasores y defender al cuerpo contra patógenos dañinos mientras protege los tejidos del huésped. En las personas con autoinmunidad, la disfunción inmunitaria se caracteriza por linfocitos autorreactivos (células T y B) y autoanticuerpos que se dirigen a los autoantígenos, lo que provoca daño tisular, inflamación y pérdida de función en los tejidos afectados.
La autoinmunidad puede ser sistémica o específica de un órgano. Las afecciones autoinmunes sistémicas, como el lupus eritematoso sistémico, afectan varios sistemas de órganos en todo el cuerpo y, a menudo, involucran diversos factores genéticos, características clínicas y autoanticuerpos. En comparación, las afecciones autoinmunes específicas de órganos, como la tiroiditis y la enfermedad de Addison, solo afectan a los tejidos que contienen un autoantígeno específico.
Algunos ejemplos de enfermedades autoinmunes son:
- La enfermedad de Addison
- Enfermedad de Crohn
- Enfermedad inflamatoria intestinal
- Esclerosis múltiple
- Psoriasis
- Artritis reumatoide
- Lupus eritematoso sistémico
- Tiroiditis
- Diabetes tipo 1
¿Qué causa la enfermedad autoinmune?
La etiología de las enfermedades autoinmunes es multifactorial e implica una combinación de factores genéticos y ambientales. Se cree que aproximadamente el 30% de las enfermedades autoinmunes se atribuyen a la predisposición genética, mientras que el 70% restante se atribuye a factores ambientales.
Los factores de riesgo identificados y los desencadenantes de enfermedades autoinmunes incluyen:
- Edad: mayor riesgo de autoinmunidad con el envejecimiento.
- Factores de estilo de vida (estrés psicosocial, tabaquismo y consumo de alcohol, sedentarismo, dieta occidental, etc.).
- Ciertos medicamentos
- Exposición a toxinas ambientales (solventes, BPA, metales pesados, etc.).
- Origen étnico: algunas afecciones son más comunes entre ciertos orígenes.
- Género: Más común entre las mujeres, especialmente en la edad fértil.
- Predisposición genética e historia familiar.
- Disbiosis intestinal.
- Exposición a la luz solar (UV).
- Infecciones virales y bacterianas.
Signos y síntomas
Las enfermedades autoinmunes pueden afectar a varias partes del cuerpo y los síntomas generalmente dependen de los tejidos afectados. Por ejemplo, una persona con AR suele presentar dolor y rigidez en las articulaciones, mientras que una persona con tiroiditis puede experimentar fatiga, aumento de peso y dolor muscular.
Sin embargo, diferentes afecciones pueden presentarse con ciertos síntomas similares, particularmente al inicio, como:
- Achaques y dolores
- Fatiga y debilidad
- Malestar general
- Calor
- Fiebre leve
- Enrojecimiento
- Hinchazón
Un enfoque integrador para el tratamiento de enfermedades autoinmunes
Las enfermedades autoinmunes son afecciones crónicas que requieren un tratamiento de por vida. El enfoque tradicional del tratamiento implica el uso de medicamentos inmunosupresores, como los inhibidores de TNFα. A pesar de ser considerado el “estándar de oro” para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, un número significativo de personas no responde adecuadamente al tratamiento. Además, el uso prolongado de estos medicamentos puede provocar efectos secundarios graves y dejar a los pacientes vulnerables a infecciones oportunistas y un mayor riesgo de cáncer.
Un enfoque integrador del tratamiento puede incorporar terapia dietética y de nutrientes. Asimismo, puede ser importante prestar especial atención a otras intervenciones en el estilo de vida, como estrategias para dormir mejor, atención plena y evitar los desencadenantes ambientales.
Dieta del protocolo autoinmune y nutrientes clave
La dieta del protocolo autoinmune (AIP) se ha propuesto como una posible intervención dietética para las enfermedades autoinmunes. La dieta AIP elimina los posibles desencadenantes inflamatorios, incluidos los cereales, lácteos, huevos, legumbres, solanáceas, café, alcohol, nueces y semillas, así como los azúcares refinados y procesados, los aceites y los aditivos alimentarios.
Por otra parte, es un tipo de dieta que enfatiza la ingesta de alimentos recién preparados, ricos en nutrientes, alimentos fermentados y caldo de huesos. De manera similar a un protocolo de eliminación, después de un período de tiempo, las personas pueden reintroducir los alimentos gradualmente para identificar los desencadenantes dietéticos individuales.
Algunos estudios sugieren que este protocolo dietético puede mejorar los síntomas de enfermedades autoinmunes, los marcadores inmunes y la inflamación en personas con este tipo de enfermedades. Los pacientes de Crohn y colitis ulcerosa siguieron un protocolo de eliminación de seis semanas, seguido de un período de mantenimiento de cinco semanas. Los sujetos demostraron mejoras en los síntomas y la inflamación endoscópica. En otro estudio, mujeres de mediana edad con tiroiditis de Hashimoto siguieron un programa de dieta y estilo de vida AIP en línea. Se informaron mejoras en la calidad de vida relacionada con la salud y los síntomas de la enfermedad. Los niveles de inflamación también mejoraron, demostrada por una disminución en la proteína C reactiva de alta sensibilidad media (hs-CRP).
Además de los patrones dietéticos generales, la investigación ha identificado una serie de nutrientes que han demostrado ser beneficiosos en casos de autoinmunidad.
Curcumina
Se trata del principio activo de la cúrcuma (Curcuma longa), que se utiliza para reducir el dolor y promover la cicatrización de heridas. Es reconocida por sus propiedades antiinflamatorias.
Una revisión de ensayos in vitro, preclínicos y clínicos examinó los efectos moduladores de la curcumina sobre las células dendríticas, los subconjuntos de células T y las citocinas en el lupus eritematoso sistémico. La revisión concluyó que la curcumina modula las citocinas proinflamatorias y las células inmunes defectuosas. Así mismo, un estudio clínico piloto examinó los efectos de los suplementos de curcumina y el diclofenaco sódico, solos o en combinación, en pacientes con artritis reumatoide. Los resultados demostraron que el grupo que recibió curcumina tuvo las mayores mejoras en los síntomas de la artritis reumatoide, significativamente mejor que el grupo que recibió diclofenaco sódico.
Ácidos grasos omega-3
También destacan por sus efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores. Estas propiedades son el resultado de sus acciones sobre la formación de eicosanoides, las vías de señalización intracelular, la expresión génica y la actividad del factor de transcripción. Como resultado, los ácidos grasos omega-3 se han propuesto como una posible intervención terapéutica para afecciones inflamatorias y autoinmunes (artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa).
Los resultados de varios estudios de intervención clínica y en animales han sido positivos, lo que demuestra que la suplementación con omega-3 (como el aceite de pescado) puede disminuir la actividad de la enfermedad y reducir la necesidad y el uso de medicamentos antiinflamatorios.Por ejemplo, varios ensayos controlados han observado su eficacia en el tratamiento de la artritis reumatoide.
En un estudio doble ciego controlado con placebo de 12 semanas de duración, los pacientes con artritis reumatoide recibieron 3,6 gramos de ácidos grasos omega-3 por día o una mezcla de ácidos grasos similar a la que se encuentra en una dieta promedio. En comparación con el grupo de placebo que recibió una mezcla de ácidos grasos, los que recibieron aceite de pescado experimentaron una reducción de la rigidez matutina y una mayor fuerza de agarre. En otro estudio, los pacientes que consumieron 130 mg/kg de EPA/DHA durante 26-30 semanas también experimentaron una disminución en la rigidez matutina, así como dolor y sensibilidad en las articulaciones en comparación con un grupo de placebo.
Probióticos
Existe una gran cantidad de investigaciones dedicadas a examinar el papel de la microbiota intestinal en la salud inmunológica. En la enfermedad autoinmune, varios estudios han observado desequilibrios en la flora en comparación con individuos sanos, lo que indica la posible participación de la composición microbiana en la patogenia de estas afecciones.
Estos desequilibrios, conocidos como disbiosis, se caracterizan por una disminución de la diversidad y función de las bacterias. Además, están asociados a inflamación, deterioro de la función de la barrera epitelial y disminución del recuento de linfocitos T reguladores en la mucosa intestinal.
Se ha demostrado que los probióticos promueven una composición saludable de la microbiota en el tracto gastrointestinal y modulan la respuesta inmunitaria sistémica. El uso de probióticos en enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal y la esclerosis múltiple, puede mejorar los síntomas gastrointestinales y la inflamación sistémica. Por su parte, los estudios han demostrado que la suplementación con probióticos puede mejorar los síntomas, como el dolor y la hinchazón de las articulaciones, los marcadores inflamatorios y la actividad de la enfermedad en personas con artritis reumatoide. En los casos de esclerosis múltiple, un estudio sugirió que L. reuteri puede mejorar los síntomas y la calidad de vida en general.Ciertas cepas de probióticos, como L. rhamnosus y varias especies de Bifidobacterium, parecen ser beneficiosas en la prevención y el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal.
Al recetar probióticos, es importante tener en cuenta que los beneficios parecen ser específicos de la cepa. Ciertas cepas pueden estimular la respuesta inmune, lo que es beneficioso en el tratamiento de estados de inmunodeficiencia, mientras que otras pueden inhibir la respuesta inmune, lo que se aplicaría al tratamiento de individuos con enfermedades autoinmunes.
Vitamina D
A menudo se discute en relación con su papel en la homeostasis calcio-fósforo y el metabolismo óseo. No obstante, la vitamina D es clave en la regulación de las respuestas inmunitarias y la expresión génica. Se cree que este efecto regulador se atribuye al papel de la vitamina D en la regulación transcripcional de los linajes de células inmunitarias, así como a su capacidad para unirse a los receptores de vitamina D (VDR) expresados por la mayoría de las células inmunitarias, como los monocitos y linfocitos, células dendríticas y macrófagos.
Además, la deficiencia de vitamina D se ha asociado con la desregulación del sistema inmunológico, así como con el desarrollo de una serie de enfermedades autoinmunes e inflamatorias crónicas, como artritis reumatoide, Diabetes tipo 1, esclerosis múltiple y lupus eritematoso sistémico. Por lo tanto, se ha sugerido que la suplementación con vitamina D en pacientes con autoinmunidad puede mejorar la gravedad de la enfermedad o potenciar los efectos terapéuticos cuando se administra concomitantemente con ciertos medicamentos farmacéuticos.
De cara a la investigación, los estudios en animales han demostrado que la suplementación con vitamina D puede reducir la inflamación, prevenir la autoinmunidad y retrasar la progresión de la enfermedad. En este sentido, los resultados de los ensayos clínicos en humanos no han sido concluyentes y se necesitan ensayos controlados aleatorios más grandes.
Mejora la calidad del sueño
Las personas con enfermedades autoinmunes a menudo sufren dificultades para dormir, la fatiga suele ser la causa común entre estas personas. Además, podría existir una relación bidireccional entre las alteraciones del ritmo circadiano y las enfermedades autoinmunes.
La melatonina puede ayudar a combatir la fatiga regulando los ritmos circadianos e induciendo efectos antiinflamatorios y antioxidantes. Ciertos hábitos de estilo de vida, como limitar el tiempo frente a dispositivos electrónicos y la ingesta de cafeína, especialmente antes de acostarse, podrían servir de ayuda a la hora de promover un sueño de calidad.
Incorporar técnicas de atención plena
Algunas de las técnicas más conocidas son: yoga, qigong o mediación. Todas ellas pueden ayudar a promover la relajación y mejorar los patrones de pensamiento negativos.
Qigong es una práctica de salud antigua utilizada en la Medicina Tradicional China que incorpora movimientos lentos, respiración y meditación. La investigación ha demostrado que este entrenamiento posee un efecto estadísticamente significativo sobre la respuesta inmunitaria. Sin ir más lejos, un estudio examinó los efectos agudos del qigong en el recuento de células inmunitarias una hora después del entrenamiento. En comparación con el grupo de control, se demostró un mayor número de linfocitos B y menos células NK, lo que indica un efecto inmunomodulador agudo.
Existen otros estudios que ponen en valor estas medidas para mejorar los niveles de estrés, inflamación y la salud psicológica en general. Los resultados demostraron que los meditadores tenían una respuesta inflamatoria neurogénica más pequeña, así como niveles más bajos de cortisol y estrés percibido después de la prueba de estrés social de Trier (TSST). Por otra parte, informaron acerca de una mayor sensación de bienestar y resiliencia.
Los investigadores concluyeron que la práctica de la meditación a largo plazo puede mejorar la resistencia al estrés y la inflamación neurogénica, una respuesta inflamatoria que puede contribuir al desarrollo de la autoinmunidad.
Limita la exposición a las toxinas ambientales
La investigación ha identificado una serie de posibles toxinas ambientales asociadas con la disfunción inmunológica y la autoinmunidad:
- Amianto
- Bisfenol A (BPA)
- Dioxina (por ejemplo, TCDD)
- Metales pesados (mercurio, arsénico)
- Aceite mineral (Pristane, TMPD)
- Plaguicidas y fungicidas
- Sílice
- Tricloroetileno (TCE)
No se ha establecido una correlación directa entre la exposición a toxinas y la manifestación de enfermedades autoinmunes, pero se recomienda limitar la exposición a toxinas potencialmente dañinas en el hogar y en el lugar de trabajo. Tomar medidas y precauciones en estos casos podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedades autoinmunes.
Conclusión
Las enfermedades autoinmunes son un grupo de enfermedades crónicas que se caracterizan por un ataque inmunomediado a los tejidos del propio cuerpo. Actualmente, los medicamentos inmunosupresores se consideran el “estándar de oro” para el tratamiento a largo plazo de estas afecciones. Desafortunadamente, muchas personas no responden adecuadamente, corriendo el riesgo de sufrir complicaciones graves.
Un enfoque integrador para el tratamiento de enfermedades autoinmunes puede incluir intervenciones dietéticas y nutricionales, así como modificaciones en el estilo de vida. Se necesitan más estudios para definir la etiología de estas afecciones e identificar tratamientos alternativos y complementarios efectivos. Si eres un paciente, es aconsejable que hables con tu médico integrativo para obtener recomendaciones específicas.
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